lunes

ESA LARGA CURDA

Me toca palmar acá. Como dar una explicación, la razón fue lo primero que abandone en esta curda. ¿Donde fue? ¿El primer bar, el segundo, en la plaza? No se. En estas noches ya no hay tiempo, los espacios se desfiguran. Para mí.
Ella espera que llegue, duerme con los dientes apretados de la bronca, de la decepción - Esta es la última, le prometí el mes pasado -, con el misterio de la incomprensión.
No entenderá mi soledad, mi afición para la bebida, mi deseo de olvidar. Hago esto porque la quiero. Ese amor me lleva al trago, a buscar la vía para olvidar a aquella, la otra. Ese recuerdo que no permite entregarme a este presente.

La veía y me sentía completo, lleno, quería enredarme en su cuerpo, mezclarme hasta no distinguir separaciones, hasta que mi piel reconociera su sudor como propio, y ese miedo a perderme en ella, me alejó.
Y es a la gordita a la que quiero. Si, sin sentirme lleno, pero tampoco devorado, ni absorbido. El vacío esta, y el vaso lleno para calmarlo. Otra vez regreso al amanecer, mi sol.
Contigo soy feliz, si es que quieres olvidar esta noche, que yo la use para lo mismo.

Puntos de Partida

La cola de un banco en Dondesea, enumera puntos disparadores hacia la enciclopedia de sus recuerdos, infinidad de tomos la conforman bajo la forma de anatomía humana.

Delante de mí encontré a Drago, un anciano de joven actitud con sus 85 años cumplidos en febrero. Bajo su gorra alberga pensamientos, enseñanzas y alegría por vivir, inmigrados desde Croacia.

El hombre lúcido y crítico remonta historias traídas desde su sendero inhóspito para mi debil certeza, de individuo anónimo para él y el resto de los habitantes de la fila.

¿Qué habrán recopilado sus pupilas? En el destello emigra palabras y frases del escritor español José Calderón, del siglo XVI o XVII, según me dice.

Mi elucubración incierta será mi certeza de nunca saber realmente su desempeño ahora anónimo, ahora librado a mi azarozo albedrío pero acotado a saberlo un hombre sencillo, digno de una canción o documental.

El hombre, rechazador de asientos, ya que se siente joven, desperdigó sendos éxitos al despedirse del compañero de la espera y argüía que el éxito se lo merecía por ser un luchador de sus circunstancias que aspiró a salir adelante luego de us accidente fortuito en el Chaco.

Me contaba que su material de trabajo para hacer malabares son los $500 que recibe por su pensión, único ingreso.

Con la promesa de encontrarnos nuevamente en alguna espera, nos despedimos hacia el porvenir. 15/7

Marcelo Javier Borstein.


Lazo

Dos perros de raza sin intensión habitan a la fuerza en el techo sin reparo de una vivienda de revoque avejentado y de inconcluso final eterno.

Esclavos de la jaula sin rejas observan a los transeúntes pasar, inconmovibles ante su presencia y su sufrimiento, de clamor incesante.

Su abandono y maltrato de hambre ignorado por sus captores, los inunda de una congoja estridente que se hace evidente en las costillas, ramas de ausente follaje de carne y nutrición.

Mis sueños retozarán en mi inconsciente mientras que su hambre, frío e impotencia los perturbarán de insomnio en noches sin motivo.

Mi hermandad de saberme hambre saciado, y hambre por saciar, de saberme esclavo liberado y libertad por encontrar, me conmovió en respuestas, pequeñas respuestas a su hambre en restos de cueritos y huesos, grasitas y qué se yo, para llegar a sus bocas en sendos voleos hacia su prisión injusta.

Ahora al transcurrir mi sombra por su visión y retronar mis pasos en sus oídos, veo sus lenguas relamerse proyectando su hambre en mí.

El amor trasciende mi tacto y soy manco para darles caricias de roces, pero sé del amor intangible que se embellece de palabras y miradas, más allá de las fronteras supuestas.

Marcelo Javier Borstein




Realidades

Caminando por Florida van de compras. Entran a un lugar, a otro. Consultan precios. Miran, acotan. Todo resulta ser caro, pero de todos modos salen con bolsas de algún que otro negocio.
La peatonal se viste de una multitud de gente; muchos de ellos extranjeros que se ven aún mucho más entusiasmados con sus compras. Estatuas vivientes, que permanecen más tiempo como estatuas. Muy pocos de los que pasan por allí le sacan alguna sonrisa y algún que otro suave movimiento. Desde lejos se empiezan a oír, entre el tumulto de niños, jóvenes y adultos, viejos violines conformando una melodía que intenta ser un tango de Carlos Gardel. Payasos con bombos, chifles, arman una comparsa. Las miradas de los niños resultan ser de asombro. Muchos de ellos parecen quedar anonadados. Reciben volantes invitándolos a su espectáculo que se realizará sólo a dos cuadras de ese lugar. Los pequeños insisten a sus padres, tironeándolos de las camperas, que quieren estar allí. Pero pronto, otra cosa novedosa los distrae y los payasos quedan en el olvido junto con el sonido de la comparsa.
Tres cuadras a la derecha, ya alejándose de Florida, se alcanzan a oír, cada vez más fuerte a medida que avanzan el paso; bombos, tambores, silbatos. Algo mucho más estruendoso y agresivo que el sonido de aquellos alegres payasos. Avanzando ya un poco más, se alcanzan a ver grandes carteles, pero no aún lo que dicen. Paraguas de color celeste y blanco. Ya ahora, se empiezan a distinguir perfectamente las personas vestidas del mismo color que sus paraguas. Un escenario sobre un camión y allí un señor, quién sabe cuál será su nombre, diciendo en modo de protesta un discurso. Los allí presentes parecen estar de acuerdo con aquel vocero. Lo hacen notar a través del sonido de sus tambores, bombos, incluso con aplausos y gritos. Rodeando todo este incierto espectáculo, hombres vestidos de negro, cubriendo sus cabezas con cascos. Cinturones anchos, con un machete a un lado y un arma de fuego al otro. Algunos de ellos, pero con menos accesorios, intentan dirigir el tránsito de automóviles y peatones. A pesar de la situación resulta ser todo pacífico; al menos por ese momento en el que cruzan por entremedio. Durante ese tramo los ruidos se sienten desde muy dentro. Tanto, que empiezan a sentir un escalofrío cada vez más intenso. Sus caras permanecen pálidas al menos una cuadra más. Se cruzan las miradas. Al unísono observan las bolsas en sus manos. Un gran suspiro les sobreviene y, continúan su paseo en búsqueda de más compras.
Carmina.

LAS PRIMERAS ESQUINAS

AQUÉLLAS, FUERON EN REALIDAD MIS PRIMERAS ESQUINAS.
SE QUEDARON JUSTO ALLÁ. ADONDE NACEN MIS RECUERDOS, EN LA INFANCIA FELIZ QUE TUVE EN VILLA MARIA , UN PUEBLO , EN AQUEL ENTONCES , DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.
YO PENSABA QUE VIVÍA EN EL OMBLIGO DEL MUNDO, PERO LA REALIDAD ES QUE VIVÍAMOS JUSTO EN LA MITAD DE UNA CUADRA, Y ESE MUNDO PLANO COMO EL DE LA ANTIGUEDAD, TERMINABA JUSTO EN LAS DOS ESQUINAS DE MI CUADRA.
ENTRE ESAS DOS ESQUINAS, TRANSCURRIÓ CASI LO MÁS IMPORTANTE DE MI INFANCIA.
ERA TODO UN MUNDO DE FANTASÍAS DE UN MONTÓN DE CHICOS, PORQUE ANTES, LAS FAMILIAS TENÍAN MUCHOS HIJOS .NOSOTROS NOMÁS ÉRAMOS SEIS, MAS LOS CUATRO DE AL LADO, Y TRES O CUATRO MAS DEL OTRO LADO, NOS SOBRABA LANA PARA HACER FESTIVALES, PASAR CINE CON TIRAS DE PAPEL ILUMINADAS CON VELAS, JUGAR Y JUGAR Y JUGAR A TODO .CON BARRO, A LA CASITA, A LA ESTATUA , AL PISI PIZUELA, A COSER...
CASI TODOS LOS JUEGOS ERAN EN LAS VEREDAS, NO TENÍAMOS NINGUN PROBLEMA DE ARMAR UNA CASA , SALTAR DE LA VEREDA A LA CALLE, NADA PONÍA LÍMITES A NUESTROS PLANES .
ADEMÁS QUEDA TAMBIEN EN MI RECUERDO EL PERFUME DE LAS ACACIAS DE LA VEREDA DE MI CASA O LAS FLORES DE PARAÍSO DE LOS ÁRBOLES DEL VECINO.
. LO QUE ESTABA MÁS ALLÁ , ERA MUY, MUY LEJOS Y SOBRE TODO PELIGROSO AUNQUE NO TANTO COMO EN LOS ABISMOS DESCONOCIDOS
CON MONSTRUOS INIMAGINABLES DE OTROS TIEMPOS.
UNO DE ESTOS PELIGROS, PARA MÍ Y MIS HERMANOS UNA VERDADERA FUENTE DE TERROR , ERA UN VIEJO DE BARLA LARGA Y CON OJOS OSCUROS Y PENETRANTES. APENAS UNA PASABA LA ESQUINA ESTABA SU CASA.VIVÍA EN DIAGONAL SOBRE UNA CUADRA DE LA VUELTA . CREO QUE CASI PASÁBAMOS EN PUNTAS DE PIE , CASI COMO PARA PASAR DESAPERCIBIDOS.
ESO QUEDÓ COMO UN RECUERDO DEL MIEDO CON MAYÚSCULAS, PERO EN REALIDAD, PIENSO AHORA ,QUE ÉSE NO ERA MÁS QUE UN VIEJITO CON BASTÓN Y QUE A LO MEJOR PADECÍA ALGÚN TIPO DE DEMENCIA . NUNCA NOS DIJO NI SIQUIERA HOLA, NADA, NI UNA SOLA PALABRA.
OTRA COSA QUE TENGO PRENDIDA EN MIS RETINAS COMO UNA PELÍCULA QUE PASÓ ANTE MIS OJOS, FUE UN IMPREVISTO SUCESO :
UNA TARDECITA EN QUE ESTÁBAMOS YA TODOS SENTADOS EN LA VEREDA, MADRE Y TODO INCLUIDA, TRANQUILOS, ESPERANDO LA HORA DE ENTRAR PARA CENAR, PASÓ EL AUTO DEL MARIDO DE LA “TONA”
LA TONA ERA LA ALMACENERA DE LA “OTRA ESQUINA “ LA QUE ESTABA EN LA OTRA CUADRA, AHÍ NO, NO ÍBAMOS A COMPRAR, UNA ES QUE QUEDABA MUY LEJOS COMO LES CONTABA ANTES Y LA OTRA , ES QUE VENDÍA VINO EN VASOS. BUENO, AL MARGEN, ESTÁBAMOS DIGO SENTADOS TODOS LOS VECINOS EN LA VEREDA , CUANDO PASA EL FORD T. EL MARIDO IBA MANEJANDO.PIENSO AHORA QUE DEBÍA HABER PICADO ALGUNA OTRA FLOR POR OTRO LADO, PORQUE LA MUJER,”LA TONA “ IBA DEL LADO DE AFUERA DEL AUTO, PARADA EN UNA ESPECIE DE ESCALON QUE TENIAN ESOS AUTOS , Y AGARRADA DEL MARCO DE LA VENTANILLA PEGÁNDOLE AL MARIDO MIENTRAS EL OTRO SEGUÍA MANEJANDO .
¡CÓMO NOS REÍMOS¡ TODAVÍA ME ACUERDO Y ME RÍO SOLA ESTÉ DONDE ESTÉ.
BUENO, TENGO MAS Y MAS RECUERDOS QUE HOY SON COMO UNOS CUANTOS TESOROS QUE LOS SACAMOS A RELUCIR CUANDO NOS JUNTAMOS CON MIS HERMANOS.
Ana Cruz

Y en la calle se escucha el silencio de los que ya no gritan, no gimen, no gozan, no viven...Sin embargo, camino hasta una plaza con la compañía más insólita, una mujer que habla entre confusiones que esclarecen mi locura...La escucho por compromiso, pero no le presto atención, ni miradas, ni saliva, ni nada...No le presto nada, porque a mí tampoco me han prestado, yo tuve que pagar hasta por un vaso de agua...Y encuentro personas reales, de esas almas nocturnas que se satisfacen con el calor húmedo de la noche, que suspiran estúpidamente ante la sublime presencia del cielo, de la majestuosidad de las estrellas...De esas personas encuentro y decido que, a partir de hoy, ése será mi lugar, de refugio, de perseverancia...La mujer sigue hablando de las idioteces más grandes del mundo, mis oídos han comenzado a escuchar más allá, esas personas perciben lo mismo...Tradición corrupta, materia muerta...Un tango por cinco dólares, te vendo mi patria yanqui de mierda para que después me vengas a sacar el agua, único alimento de mis crías después de la guerra que ustedes comenzaron, hacia mi pueblo, mi credo y mi puta tradición...Y pagás cagándote de risa, y acepto tus monedas que para mí son de oro, para la leche de hoy y la comida de mañana, uno nunca sabe y adiós!...Y otra noche muerta, llena de neblina que confunde mis visiones, no permite que alcance a visualizarte por entera, desnuda por completo, cubierta de jazmines despojadas de perfume...Comienzo a sobresaltarme cuando advierto la potencia de los traumas y trastornos de la humanidad, es increíble escuchar del otro tanta mierda que perfora mis tímpanos del dolor...Calculo los segundos que me quedan antes de irme a dormir, no logro sacar esta cuenta, será por cansancio o ignorancia con las matemáticas, pero mi profesora de primer grado nunca fue demasiado pedagógica conmigo...Sabiendo que yo era zurda intentaba hacerme diestra...Mi primer examen lo reprobé por pintar el indio equivocado...Pedían, como consigna, que pintáramos el indio de la derecha (la derecha es la mano con la que escribimos y dibujamos, nos dijo la puta maestra)...Pues entonces yo pinté el indio de la izquierda porque yo pintaba, dibujaba y me masturba con la zurda...Me llevaron a la dirección y me invadían de preguntas, ya que había sido la única persona de ese curso que había pintado el indio equivocado...Nunca más pinté un indio, detesto a los indios y a mi mano derecha...Arranco a los indios del mapa y los colonizo...Arranco los ojos de los jefes de las tribus y violo a sus indiecitas...Les meto la pluma en el orto y les meo las manos que sangran luego de unas cuantas aplastadas con mi pie...¡Y la educación nos quiere hacer creer que nos inculcan el amor al prójimo!.. Ahora sé que faltan tan solo tres segundos para que me vaya a dormir: contemos juntos...Uno! Dos! Tres!!! Buenas noches a vos y a todos los indios del continente, mañana sigue la cacería...

Textos sin título del libro INHUMANITE de Mariángeles Taroni (derechos registrados, venta independiente).
www.mariantaroni.blogspot.com


Historias de vagón

Cuando era chiquita me gustaba mucho sacar la cabeza por la ventanilla del tren y enfrentar mi cara al viento, o mirar como nos alejábamos del punto de partida. Ahora que soy grande no lo hago y creo que tampoco lo haría. La adultes viene acompañada de temores, prejuicios, desconfianza, precauciones totales. Uno piensa más las cosas, y las piensa mucho, a veces al punto de cuando se tiene por seguro la decisión tomada la propuesta es inexistente.
En fin, si me asomo a la ventanilla enfrentando al viento, pienso que me puede venir una escupida, una lata o llover un pis que algunos hacen a la altura del furgón y se piensan que se evapora. Y si miro para ver como nos alejamos pienso que me despeino y lo mismo que antes y en los dos casos pienso que si la ventanilla esta rota se me puede caer de golpe y mejor prevenir que curar y todo eso!


Alejandra Santaolalla


Aranguren toma asiento en el escritorio y comienza a enredar ideas en su telaraña de tinta y papel.

Era un día soleado de primavera, un día de rutina en la vida de… -tacha y vuelve a escribir -. El día era uno más de entre tantos en la tierra, pero para…, nuevamente se detiene, algo le falta, algo no puede escribir; busca en su cabeza, no encuentra personajes para la historia que intenta desarrollar. Vuelve a empezar, una vez, otra más y otra, cambia de rumbo. La muchacha pelirroja, busca en su bolso algo para escribir, anota un número telefónico y se lo entrega a su compañero de viaje, Tome mi nombre es…; una vez más la ausencia de nombre no le permite seguir tomando nota, se angustia, enciende un cigarrillo y se sirve coñac, camina por el cuarto dándose pequeños golpes en la cabeza, pero es en vano, no se le ocurre nombre alguno ni descripción válida para participantes en la historia.

Se sienta en el piso apoyando su espalda en la pared que es sostenida por un cuadro de Dalí, acerca sus rodillas al pecho y hunde su cara entre ambas, se frota la nuca y revuelve su pelo; siente pasos ajenos, al levantar la cabeza ve frente a él a “Isabel” -la pelirroja- y al “Poeta”, quien le susurra algo al oído de ella. Aranguren se frota los ojos con los nudillos y se dice por lo bajo, No es posible, estoy soñando, debo despertar, entra en la habitación “El Ciego” y el resto de sus personajes. El Poeta se le acerca y le dice, Hasta aquí llegamos, no seguiremos siendo tus marionetas.

Alberto se levanta del suelo de un salto y aleja al Poeta con una mano, Ustedes no existen más que en mi imaginación, no tienen voluntad, sacudió la cabeza de forma brusca, ¿Por qué del temor, entonces?, sostuvo El Poeta, con una sonrisa irónica de la que hacía cómplice al resto, quienes mientras tanto, revisaban cuanto encontraban en el cuarto. El Poeta se sienta ante la máquina de escribir y comienza a teclear.

El día está claro, no hay nube alguna, las mariposas revolotean por sobre los pensamientos que alfombran el parque; en la inmensidad de su soledad el hombre saca punta a su lápiz y se dispone a escribir, es el escritor Aranguren, un ser mezquino y egoísta. Una mariposa de alas amarillas se le posa sobre el lápiz y cae muerta.

Aranguren no entiende lo que pasa, de pronto se encuentra distraído en el parque y siente un gran enojo hacia la vida, no sabe que escribir, la muerte del insecto lo reconforta, sabiéndose así su destino, su liberación. Se levanta y corre al kiosco a comprar cigarrillos.

Isabel le susurra al Poeta, Una mujer, un amor que lo haga sufrir como nosotros sufrimos a menudo en sus historias.

La quiosquera le da un atado de Gitane importados y le guiña el ojo, el escritor toma el paquete, ella roza con sus dedos la palma de Alberto, este se sonroja y no tiene palabras. La mujer le dice que ya termina su turno y lo invita a beber algo, él no se rehúsa y la espera en el banco frente al local.

Nada como una historia de amor, dice El Poeta -los demás asientan con la cabeza- pero el amor es tormenta.

Van al bar que se encuentra frente a la estación, se cuentan sus vidas, se olvida de la mariposa muerta y se enamora de la vida que odia, la contradicción lo abarca por completo, lo arrima a un precipicio de incalculable altura, se despiden con un compromiso a otro encuentro.

El Jorobado se arrima al Poeta y le dice, No es justo que sea tan bello, a nosotros siempre trato de tirarnos a menos, Es cierto, dice El Poeta.

Se levanta como cada mañana, se pone sus guantes para esconder sus deformes dedos, producto del reuma, afuera hace treinta y ocho grados, pero prefiere transpirar a mostrar sus manos, ya le es casi imposible escribir y tiene algunas ideas para un cuento; se acuerda de la cita y sale apurado al encuentro de la joven.

El bar estaba vacío, si a algo le temía Alberto era a esa soledad de mesas y sillas, al entrar la muchacha el escritor miro su reloj y levantó los ojos inquisidores quemando en su hoguera a la pobre niña que denotaba cierta angustia, Cronos siempre gran enemigo del amor. Piden una ronda de cervezas frías, no aguanta y le pregunta si no tiene calor con los guantes.

- ¿Usted que cree? – y le muestra las manos

Ella siente nauseas, lo aborrece. Él lo sabe y la odia por eso, como odia al resto de los mortales.

El Jorobado y El Rengo se ríen, disfrutan de la situación, Isabel siente un poco de pena, El Poeta le dice, No es tiempo para arrepentirse, No, no me arrepiento, pero….

Luego de varias rondas de bebidas, con cada vez mas alcohol, y de charlas que no vienen al caso, pero que mas enamoraban a Aranguren, se despidieron con un gesto, simplemente un gesto, sabía que no la volvería a ver y que tampoco se olvidaría de ella.

Vuelve por el parque, el sol, los pensamientos, el lápiz, la mariposa, la necesidad de cigarrillos, el kiosco… El escritor duda, mira por sobre sus hombros y a su alrededor, de pronto recuerda que él no sufría de reuma y que él no es un misógino, Ya entendí que pasa, Si ellos salieron, esta es su venganza, pero puedo cambiarles el juego, se quita los guantes y corre por la avenida.

El Poeta mira a Isabel y le dice, Se dio cuenta, Hay que usar métodos más drásticos.

Mientras corre siente un impedimento en la pierna izquierda, ya no puede correr, más bien cojea a prisa, transpira y grita, ¡Esto es un engaño!, yo soy el autor.

El Jorobado le va leyendo al ciego lo que sucede, se vuelven a divertir esta vez a carcajadas.

La calle queda vacía y el escritor sigue arrastrando su extremidad, Isabel entra al juego, va al cruce de Alberto en la esquina del parque, la ve, la toma bruscamente del brazo y la increpa, Por qué me hacen esto, yo les di vida…, Y tormentos, agrega la pelirroja exuberante.

-Mejor que deje de gritar, sufrirá peor todavía.

-¿Se puede sufrir más? – le dice consternado.

-Siempre se puede sufrir más…siempre. Deje que las cosas sucedan, no haga esto más difícil.

La mujer lo deja sólo y desaparece a través de las sombras. Aranguren no acepta lo que está viviendo, cómo llego al parque nuevamente, este es el centro de todo o de nada, no lo sabe, no lo entiende y vuelve a su histeria. Nuevamente los pastos se pueblan de gente, personas con rostros desconocidos y en algunos casos con la cara de la quiosquera, siente enloquecer, detiene a estos extraños y les dice que él no pertenece a ese lugar, que él es quien debe ser creador y no creado.

Habría que quitarle la voz, dice con señas El Mudo.

De pronto Alberto no pudo gritar más, hizo un movimiento con la cabeza como diciendo “es increíble”, recordó el lápiz y lo empleó (con mucho dolor en las manos), escribiendo en los bancos blancos “Soy El Autor, Soy El Creador De Este Mundo, Esta Es Mi Mente”.

Apaguémosle la luz, dice El Ciego y así fue como el escritor no pudo ver más nada y un bastón aparece en su mano izquierda.

Desconsolado, sucio y cansado, se sienta en el suelo verde, se toma la cara y llora, los transeúntes pasan y le arrojan monedas y exclaman “pobre hombre”. Piensa, No entienden nada, nadie entiende nada.

Le viene a la cabeza Isabel, la calle y la esquina, Si tuvieron que hacer aparecer al parque es porque aquí está la entrada y la salida de esto, se asegura a si mismo. Se levanta de golpe y despliega el bastón, camina dando golpes al suelo, bordea el perímetro del parque, buscando el cantero que tiene grabado en la memoria de la esquina, llega, siente alivio, repasa para que lado camino Isabel, casi por casualidad encuentra el rumbo, se pierde en las sombras, ahora… es libre.

No recuerdo el nombre del personaje, no entiendo que pasa, alguien me toca el hombro y una voz conocida, una voz que yo forjé en mi mente me dice, Tenemos que hablar seriamente. Hasta aquí es mi texto todo lo que venga después no lo crean, que no lo engañen, yo soy el autor de la obra…


Gastón Pigliapochi
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Subo al colectivo de cualquier línea, con cualquier destino, tan solo para recorrer la ciudad, al menos observarla desde el movimiento...Ya hace rato que este colectivo viene levantando gente, sin embargo pareciera que el viaje recién comienza, al menos para mí que ya estoy acomodada en el último de los asientos, para no molestar ni ser molestada...Yo viajo, los demás viven...Y miro, y descubro y me sorprendo con las formas bipolares que constantemente aparecen en los edificios que el mismo ser humano se encargó de construir...La naturaleza no posee orden, el hombre sí...En los bosques los árboles no son pares, sin embargo en las calles los árboles están finamente acomodados según la mirada del hombre...Esa necesidad constante de organizar el mundo para que la procreación sea exacta, ni más ni menos que una simple población para mantener la trascendencia, y después la bomba atómica que destruya lo construido hasta hoy...El asiento en el que mi cuerpo se encuentra depositado comienza a calentarse y me preocupa un accidente en este instante en el que descubro el sentido de ser dos especies diferentes, totalmente distinguibles, planteados por naturaleza, deformados por el hombre...La mujer, con instinto maternal; el hombre, con el físico para el trabajo...Y el gobierno, quedándose siempre con el resto...Entrar al sistema para romperlo desde adentro, o quedarse afuera para tirarle puñales de tierra, tijeras de doble filo y acuchillar hasta que desangre...Bajo del colectivo cuando vislumbro la luz de una boca de subte, ya tuve demasiado viaje externo, ahora me meto al subte y veo cómo vuelvo a mi casa...En el subte, todas las caras jugando al truco, mirando con miradas perdidas e impotentes, por momentos se transforman imágenes imponentes, a veces vulgares...Los que leen el diario, los que leen algo que los ayuda a conciliar el sueño, los que se aturden con música individualizada con sus auriculares, los egoístas que mastican comida en paquete, los que están sin estar y vos y yo...Nos encontramos entre los empujones del rebaño humano...Quedaste en frente de la puerta y yo ya tengo que bajar, por la otra puerta...Busco tu mirada, que ya hace rato que me está mirando...Las miradas del subte logran excitarme terriblemente, llena de fantasías, de morbos intelectuales...Igualmente, jamás me echaría un polvo en los baños de ese lugar promiscuo y oscuro...Ya me tengo que bajar, entendés mi última forma de verte y bajás conmigo...Tres pasos y te entrego una lapicera, la agarrás, me mirás nuevamente y sacás un papelito, anotás tu teléfono, y me entregás todo...No pusiste tu nombre y yo decido jamás llamarte...Que quede en ese recuerdo, en ese instante, en ese viaje...Por un momento logramos ser dos en uno...Logramos convertir la bipolaridad en un solo polo en el cual los demás eran nadie y nosotros éramos el todo...No creo tener el derecho de destruir, con un llamado, ese encuentro...Nos desencontraremos en la vida, sin embargo, alguna vez fuimos uno...

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